Aunque la autoestima es una
característica de la personalidad que va formándose a lo largo de toda la vida
de la persona, tiene una especial relevancia en los primeros años, ya que constituirá la base del posterior
desarrollo de las cualidades y rasgos de personalidad que tendrá a lo largo de toda
su vida adulta.
Tanto los padres como los
educadores, debemos ser conscientes de la importancia de dedicar tiempo y
esfuerzo a que el niño desarrolle una autoestima adecuada y si no es así,
tendremos que ayudar a que la mejore.
El primer paso es observar qué imagen interna y
externa tiene de sí mismo el niño, quién cree que es, qué competencias y
limitaciones considera que tiene, etc. Es el autoconcepto, que determinará la
valoración posterior que se dé a sí mismo (autoestima) y que afectará directamente
a cómo actúa en su entorno y a cómo se relaciona con los que le rodean.
Un niño con autoestima baja puede sufrir
sentimientos como la angustia, la indecisión, el desánimo, la vergüenza, el
rencor. Estos sentimientos mantenidos en el tiempo pueden provocar, a largo
plazo, que la persona ya adulta, se sienta “incómoda consigo misma”, experimente
culpabilidad, tristeza, envidias, reacciones descontextualizadas y desmesuradas
ante una situación, cambios repentinos de humor, miedos, pesimismo ante la vida
y con respecto al futuro, sensación de impotencia e indefensión, etc.
El niño con autoestima baja tiende a creer que es
poco valorado por los demás y continuamente se compara con ellos, enfatizando las
cualidades positivas de éstos y menospreciando las suyas propias. Ante esta
situación, se siente inferior a los demás, y experimenta sentimientos
encontrados: por un lado admira a aquellos “que son superiores a él” y por otro
“desprecia esta superioridad” porque cree que nunca estará a su altura. Es muy
probable que no se marque objetivos porque considere que están fuera de su
alcance dadas sus capacidades. Esta
creencia le hace caer en una espiral de desánimo, impotencia, rabia y
frustración. Y en último término, le conduce a la derrota antes siquiera de
haber comenzado. Muchos niños con baja autoestima tienen fracaso escolar y
problemas para interaccionar con sus compañeros de clase.
¿Qué podemos hacer como familia y educadores para
que el niño desarrolle una autoestima positiva y equilibrada a sus competencias
y/o limitaciones reales?
- Cuando el niño es pequeño, reforzar sus logros,
felicitarle por lo que consigue, instarle a que continúe y estimularle para que
cada vez consiga ir algo más lejos. Por ejemplo, cuando comienza a dar sus
primeros pasos, sus primeras palabras, cuando coloca en una torre varias
piezas, etc. Y en el caso de no conseguir sus propósitos, ayudarle y animarle a
que lo siga intentando.
- Dedicarle la atención necesaria, no sólo cubrir
sus necesidades básicas sino estar en
cuerpo y alma cuando se están cubriendo esas necesidades. Por ejemplo,
cantarle bajito –en vez de estar abstraída viendo la tele- cuando se le está
amamantando o mirarle a la cara cuando nos está hablando –en vez de responderle
mientras miramos al teléfono móvil-.
- Demostrarle afecto y cariño, y hacerle saber
que le queremos tal y como es.
- Evitar comparaciones con otro hermano o con niños
de su entorno, que pueden ser vividas por el niño de forma negativa al percibirlas
como un desprecio por no ser como los demás esperan que sea.
- Hacerle partícipe de las experiencias
familiares en el hogar y de las de grupo en la escuela. Que el niño se sienta
útil, necesario, integrado dentro del contexto en el que se encuentre en cada
momento.
- Conocer al niño. Observar lo que hace y cómo lo
hace. Identificar sus cualidades y sus limitaciones. Saber lo que él piensa de
sí mismo y cómo valora lo que percibe. Debemos contrastar y complementar la
información que verbalmente nos proporcione el niño al conversar con él, con
nuestras observaciones como agentes externos de la situación.
- Devolver la información recibida, desde nuestro
punto de vista. Como adultos, tratar de explicar, razonar, orientar por qué él
se ve de esa manera y cómo eso puede ayudarle –o no- en su día a día.
- En el caso de un niño con autoestima baja,
deberemos hacerle comprender que todos los seres humanos somos distintos y
únicos y que no existe la perfección. Todos podemos equivocarnos en algún momento
y después rectificar. Hay que evitar que
el niño se sienta presionado por cómo debe ser, cómo debe actuar o cómo
alcanzar una idealizada “perfección”.
Todos poseemos cualidades positivas que podemos utilizar en nuestra vida.
- En cuanto al aspecto físico, también hay que enfatizar las diferencias
entre unas personas y otras y cómo esto nos hace únicos y especiales. El niño
que se acepta a sí mismo, es impermeable a la percepción y los comentarios que
puedan hacer los demás sobre su aspecto.
La autoestima es importante para el ser humano
porque le acompaña allá donde vaya, porque mediatiza la relación con el
entorno, la visión de uno mismo, la aceptación por parte de los demás, la forma
de entender el transcurso de los acontecimientos. Sienta las bases, en
definitiva, del ser y el estar con uno mismo, con los demás y con la vida en
general.